Los que emigraron al Nuevo Mundo trajeron consigo la interpretación de Daniel, común entre los protestantes del siglo XVII en Gran Bretaña y el continente europeo.
La profecía ocupó un lugar prominente en el pensamiento de los colonizadores desde el tiempo en que llegaron a Norteamérica. Surgieron expositores de todos los estratos sociales.
El primer comentario norteamericano acerca de Daniel -publicado en 1644- fue obra de Efraín Huit, The Whole Prophecie of Daniel Explained (Toda la profecía de Daniel explicada).
El alejamiento físico del escenario del Viejo Mundo y de sus relaciones dio como resultado un tipo de exposición independiente, con frecuencia más clara que algunas interpretaciones de los círculos del Viejo Mundo, porque el preterismo, el racionalismo, etc., todavía no habían hecho impacto en Norteamérica.