La interpretación antagónica del jesuita Alcázar comenzó a ser adoptada por protestantes declarados como Hugo Grocio (1583-1645) de Holanda y Henry Hammond (1605-1660) de Inglaterra, lo cual causó división y pérdida de confianza en el enfoque histórico continuo de las profecías por parte de muchos protestantes.
El resultado fue una segunda desviación de la interpretación correcta, esta vez entre los protestantes.
Sin embargo, hubo algunos como Joseph Mede, que no sólo permanecieron firmes frente a las perversiones, sino que fueron impelidos a estudiar de nuevo todo el campo de la profecía, y a introducir de nuevo el milenarismo futuro y la escuela histórica de interpretación. Esto dio como resultado una exposición cada vez más clara y correcta.
El preterismo penetró en la escuela racionalista de los teólogos alemanes del siglo XVIII; el futurismo halló cabida entre los protestantes del siglo XIX, y en décadas recientes generalmente ha sido aceptado por los fundamentalistas.