EL DIOS QUE YO CONOZCO

4.03. Notables progresos en tiempo de Joaquín y Eberhard

La interpretación profética medieval no se caracterizó por sus progresos.

En Sargis d´Aberga, obra etíope del siglo VII, donde se narra la conversión forzada de los judíos bajo Focas y Heraclio, el autor se refiere a las cuatro bestias como los cuatro reinos, seguidos por las diez divisiones de los cuernos, siendo el cuerno pequeño el "falso Mesías".

Los más antiguos dibujos que se han preservado de las cuatro bestias simbólicas fueron hechos por Beato, monje español del siglo VIII.

El Venerable Beda, de Gran Bretaña -también del siglo VIII-, aludía a esos cuatro reinos principales, los cuales nombraba. Pero para él los tres tiempos y medio también eran años literales.

El monje benedictino Berengaud trató, a fines del siglo IX, de ubicar geográficamente a algunos de los cuernos como divisiones históricas de Roma, tales como los vándalos en España, los godos en Alemania y los hunos en Panonia.

Una exposición de Daniel erróneamente atribuida a Tomás de Aquino (siglo XIII), citaba la posición típica de Jerónimo acerca de los cuatro imperios, con los diez cuernos como reyes futuros del tiempo del anticristo, el que habría de gobernar tres años y medio.

El escolástico Pedro Comestor (m. c.1178) describía la trayectoria de Babilonia, Persia, Grecia, Roma, las diez divisiones del Imperio Romano, y el cuerno pequeño como el anticristo que surgiría de la tribu de Dan.

Pero con Joaquín de Floris (o Flora, m. 1202) -el más notable expositor de la Edad Media- comenzó a restaurarse en su debido lugar la interpretación histórica de la profecía. Aunque hizo alusión a Daniel 7, su mayor contribución fue extender el principio de "día por año" a los 1.260 días de Apocalipsis 12. Hizo equivaler éstos a los 42 meses de Apocalipsis 11: 2 y a los tres tiempos y medio de Daniel 7, declarando que "un día, sin duda, debe aceptarse como un año".

Sus discípulos del siglo XIII, como Arnoldo de Villanova y Pierre Jean d'Olivi, aplicaron después este principio de día por año a los 1.290 y 1.355 días (Daniel 12: 12).

La notable obra valdense Tratado Sobre el Anticristo puso énfasis en que en la iglesia papal se cumplían las predicciones proféticas de Daniel, Pablo y Juan.

Lo afirma así en esta abarcante declaración:

"La iniquidad, pues, corresponde a todos sus ministros, grandes y pequeños, junto con todos los que los siguen con mal corazón y a ciegas. Una congregación tal, en su conjunto, es lo que se llama anticristo, o Babilonia, o la cuarta bestia, o la ramera, o el hombre de pecado, el hijo de perdición (citado en Samuel Morland, The History of the Evangelical Churches of the Valleys of Piemont [La historia de las iglesias evangélicas de los valles del Piamonte], pp. 143, 158-159).

Pero el primero en declarar que el cuerno pequeño de Daniel 7 era el papado histórico -un sistema anticristiano, no un individuo- fue Eberhard II, arzobispo de Salzburgo, Austria, durante el Concilio de Ratisbona en 1240.

Difícilmente se puede exagerar la importancia de esta declaración.

Este postulado se convirtió en la convicción de Wyclef, Lutero, Cranmer y Knox, y prácticamente de todos los expositores protestantes de la Reforma y posteriores a la Reforma, en el continente europeo, en Gran Bretaña y en Norteamérica.