No sólo los milleritas, sino también la mayoría de los expositores de Daniel en Estados Unidos -que escribieron entre 1798 y 1844-, por lo general concordaron en que las cuatro partes metálicas de la imagen profética simbolizaban a Babilonia, Medo-Persia, Grecia y Roma, y los pies y sus dedos, donde se mezclaban el hierro y el barro, como las naciones de la Europa dividida.
Algunos hasta llegaron a decir que la mezcla también representaba la unión del poder eclesiástico y el poder estatal. Y todos ellos declaraban que la piedra que había de destruir a las naciones y llenar la tierra era el reino venidero de Cristo.
Tal fue también el caso de los centenares de heraldos milleritas que escribieron y predicaron ampliamente en los comienzos de la década de 1840.
Las conclusiones que en términos generales los milleritas aceptaron en cuanto a la profecía, fueron definidas principalmente mediante una serie de unas 18 asambleas generales de clérigos y otros dirigentes que propiciaban la causa millerita. Provenían de todos los grupos religiosos: bautistas, congregacionalistas, presbiterianos, metodistas, episcopales, cristianos, reformados holandeses y otros.
En esas asambleas llegaron a conclusiones que después proclamaron al mundo mediante opúsculos, folletos y libros, y a través de su cadena de periódicos que iban desde los Estados de Maine a Ohio, y desde Montreal, Canadá, hasta Baltimore y Washington D.C.
Entre ellos había más de 30 publicaciones periódicas, nacionales y locales, permanentes y temporales, con una circulación extraordinariamente grande para esa época. Su pronunciamiento fue virtualmente unánime, pues concordaban en todo lo esencial respecto a los grandes bosquejos proféticos de Daniel y sus correspondientes períodos cronológicos.