Después, mientras Roma estaba en el proceso de dividirse, Sulpicio Severo (siglo V) de Aquitania, se convirtió en el heraldo de un nuevo cumplimiento: que en sus días el barro ya se estaba mezclando con el hierro. "Esto también se ha cumplido", declaraba.
Jerónimo (c. 340-420), el ilustre doctor de la iglesia latina, también enseñaba la división progresiva del Imperio Romano en fragmentos, como algo "muy manifiestamente reconocido" en su tiempo, y nombra los primeros invasores bárbaros que dividieron a Roma.
Teodoreto (c. 386-457), obispo de Ciro en el siglo V, también afirmaba que la fuerza férrea de Roma ya se había debilitado por la mezcla de barro; y que la piedra eterna (Cristo) estaba destinada a destruir a las naciones en su segundo advenimiento.