EL DIOS QUE YO CONOZCO

3.07. La Contrarreforma niega que Roma ha caído

La presión de la acusación unánime de todos los grupos protestantes, de que la Iglesia Católica era el anticristo profetizado, fue vivamente sentida por el papado, y dio como resultado una interpretación contradictoria de las profecías durante la Contrarreforma y después de ella.

El cardenal Belarmino (m. 1621), el más capaz de los polemistas jesuitas, para apartar de las mentes que dicha profecía se aplicaba a la iglesia de Roma, argumentaba, basado en Daniel 2, que el anticristo no podría aparecer, de acuerdo a la demanda profética, hasta que se efectuara la división del Imperio Romano.

Insistía en que esa especificación inspirada todavía no se había realizado, argumentando que las dos piernas del coloso metálico representaban a la Roma Oriental y a la Roma Occidental; y que cuando cayó la Roma Occidental, la pierna [parte] Oriental continuó todavía; y cuando sucumbió el Imperio Romano Oriental, en 1453, para ese entonces la pierna Occidental había sido restaurada en la forma del Santo Imperio Romano.

Por lo tanto, Roma, según él, siempre había tenido una pierna para sostenerse; y Roma debía dividirse antes de que apareciera el anticristo. De esta manera insistía en que el papado no era el anticristo.